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Berl. Akad., 1928, pp. 390 ss.
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4 Cf. ARISTÓTELES, Metaf. A 2, 983 a 1.
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acuerdo con su naturaleza y declarando cómo es en verdad."
La resolución y la independencia de estas críticas sobre la concepción dominante
del mundo es perfectamente paralela a la osadía de los poetas jónicos al proclamar
libremente sus sentimientos y sus ideas sobre la vida humana y su contorno. Ambos
son producto del creciente desarrollo de la individualidad. El pensamiento racional
actúa ya en este primer estadio como materia explosiva. Las más antiguas autoridades
pierden su validez. Sólo es verdad lo que "yo" puedo explicar por razones
concluyentes, aquello de lo cual "mi" pensamiento puede dar razón. Toda la literatura
jónica, desde Hecateo y Heródoto, creador de la geografía y de la etnología y padre
de la historia, hasta los médicos, en cuyos escritos se hallan los fundamentos de la
ciencia médica por varios siglos, se halla impregnada de este espíritu y se sirve, en
sus críticas, de aquella forma personal característica. Sin embargo, con la aparición
del yo racional, se realiza la superación del individualismo más rica en
consecuencias: aparece el concepto de verdad, el nuevo concepto de una validez
universal en el fluir de los fenómenos, ante la cual es preciso que se incline todo
arbitrio.
El punto de partida de los pensadores naturalistas del siglo VI era el problema del
origen, la physis, que dio su nombre a la totalidad del movimiento espiritual y a la
forma de especulación a que dio lugar. Ello no es injustificado si tenemos presente la
significación originaria de la palabra griega y no mezclamos con ella la concepción
(155) moderna de la física. Su interés fundamental era, en verdad, lo que en nuestro
lenguaje ordinario denominamos metafísica. El conocimiento y la observación físicos
se hallaban subordinados a él. Verdad es que la ciencia racional de la naturaleza nació
con el mismo movimiento. Pero se hallaba, en un comienzo, envuelta en la
especulación metafísica y sólo gradualmente llegó a independizarse de ella. En el
concepto griego de la physis se hallaban ambas cosas indistintas: el problema relativo
al origen, que obliga al pensamiento a traspasar los límites de lo dado en la apariencia
sensorial, y la comprensión de lo que deriva de aquel origen y existe actualmente
(ta\ o)/nta), mediante la investigación empírica (i(stori/h). Es natural que
la tendencia innata de los jonios grandes exploradores y observadores hacia la
investigación, llevara las cuestiones hasta lo más profundo, donde surgen los últimos
problemas. Lo es también, que una vez planteado el problema de la esencia y el
origen del mundo, se desarrollara progresivamente la necesidad de ampliar el
conocimiento de los hechos y la explicación de los fenómenos particulares. De la
proximidad de Egipto y de los países del próximo Oriente resulta más que verosímil
y ello se halla confirmado por las tradiciones más auténticas que el contacto
espiritual de los jonios con las más antiguas civilizaciones de aquellos pueblos no
sólo llevará consigo la adopción de las conquistas técnicas sobre agrimensura, náutica
y la observación del cielo, sino que promoviera la atención de aquella raza de
navegantes y comerciantes, de espíritu vivaz, hacia la consideración de los profundos
problemas que resolvieron aquellos pueblos, de un modo completamente distinto que
los griegos, mediante sus mitos relativos al nacimiento del mundo y las historias de
los dioses.
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Sin embargo, hay algo fundamental nuevo en la manera que tuvieron los griegos de
poner al servicio de su último problema, relativo al origen y la esencia de las cosas,
las observaciones empíricas que aceptaron del Oriente y enriquecieron mediante las
suyas propias, así como en el modo de someter al pensamiento teórico y causal el
reino de los mitos fundado en la observación de las realidades aparentes del mundo
sensible, los mitos relativos al nacimiento del mundo. En este momento asistimos al
nacimiento de la filosofía científica. Ésta es, tal vez, la hazaña histórica de Grecia.
Verdad es que su liberación de los mitos fue sólo gradual. Pero el simple hecho de
que fuera un movimiento espiritual unitario, conducido por una serie de
personalidades independientes, pero en íntima conexión recíproca, demuestra ya su
carácter científico y racional. La conexión del nacimiento de la filosofía naturalista
con Mileto, la metrópoli de la cultura jónica, resulta clara si se piensa en que sus tres
primeros pensadores, Tales, Anaximandro y Anaxímenes. vivieron al tiempo de la
destrucción de Mileto por los persas I comienzo del siglo V. Tan evidente como la
súbita interrupción de un elevado florecimiento espiritual, (156) mantenido durante
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