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Esto me ha molestado, porque (como ya habrán supuesto) yo considero que Marte es
prácticamente perfecto. Y creo que Girdie es prácticamente perfecta. No obstante ha
venido a elegir un lugar tan horrible como Venusberg. Dice que es como un desafío para
ella. Y, aparte de eso, tío Tom afirma que tiene muchísima razón. Que Girdie tendrá a
Venusberg comiendo de su mano en un tiempo mínimo y que será una accionista en
menos que canta un gallo.
Supongo que él está en lo cierto. Me apené muchísimo por Girdie cuando descubrí que
estaba arruinada. «Lloraba porque no tenía zapatos hasta que encontré a un hombre que
no tenía pies.» Una cosa así, quiero decir. Yo nunca he estado arruinada, jamás me ha
faltado una comida, nunca me he preocupado por el futuro y, sin embargo, solía sentir
pena por mí misma cuando el dinero andaba un poco escaso en casa y no podía tener un
nuevo traje de fiesta. Luego descubrí que la acaudalada y elegante señorita Fitz Snugglie
-sigo sin utilizar su nombre auténtico, no sería justo- sólo tenía el billete de vuelta a la
Tierra y aun para eso había pedido prestado el dinero. Me causó una impresión
dolorosísima.
Pero ahora empiezo a comprender que Girdie sí tiene «pies», y que, suceda lo que
suceda, siempre aterrizará sana y salva sobre ellos...
En realidad ya ha estado trabajando de cambista dos noches seguidas. Me pidió por
favor que me cuidara de que Clark no fuera al casino de don Pedro esas noches. No creo
que le importara que él la viera, pero sabe qué caso tan horrible de amor de adolescente
siente Clark por ella y es tan dulce y tan buena que no quiso correr el riesgo de
empeorarlo o de herirle.
Pero ahora que ya ha progresado un paso y está tomando lecciones para croupier,
Clark va allí todas las noches. Sin embargo Girdie no le permite que juegue en su mesa.
Le dijo claramente que podía tratarla de dos modos: socialmente o profesionalmente, pero
no ambos a la vez, y Clark jamás discute con lo inevitable. Juega en otra mesa y la ronda
siempre que le es posible.
¿Creen ustedes que mi hermanito posee poderes psíquicos? Yo sé que no es telépata
o me habría cortado el cuello hace tiempo. Pero aún sigue ganando.
Dexter me asegura que todos los juegos son absolutamente honrados y que nadie
puede ganar, por lo menos a la larga, porque la casa se lleva su porcentaje pase lo que
pase.
- Desde luego que puedes ganar, Poddy - me aseguro -. Un turista vino aquí el año
pasado y se llevó con él más de medio millón. Lo pagamos alegremente, le dimos una
gran publicidad en toda la Tierra y aun conseguimos beneficios esa misma semana en la
que él se había enriquecido. No sospeches ni por un segundo que le estamos dando
gusto a tu hermano. Si insiste el tiempo suficiente, no sólo lo recuperaremos todo, sino
que nos llevaremos incluso las monedas con que empezó. Si es tan listo como dices, se
retirará mientras aún esté ganando. Pero la mayoría de la gente no es tan lista y la
Corporación de Venus jamás apuesta más que sobre seguro.
Repito que no lo sé. Pero ya fuera por Girdie o por sus ganancias, el caso es que
durante algún tiempo Clark se mostró casi humano conmigo.
Fue la semana pasada, la noche en que conocí a Dexter y Girdie me dijo que me fuera
a la cama y la obedecí aun sin poder dormir. Dejé la puerta abierta para oír entrar a Clark,
o, si no le oía, llamar por teléfono a alguien y hacer que le trajeran al hotel. (Aunque tío
Tom es responsable de nosotros dos, yo debo ocuparme de Clark. Quería que él
estuviera en cama antes de que tío Tom se levantara. La costumbre, supongo.)
Clark entró sigilosamente en la suite unas dos horas después que yo. Le llamé y entró
en mi cuarto. ¡Jamás han visto ustedes un chico de seis años con tanto dinero!
Josie le había acompañado hasta nuestra puerta, me dijo. No me pregunten por qué no
había metido el dinero en la caja fuerte del Tannhauser. O sí, pregúntenmelo: creo que
quería acariciarlo.
Desde luego deseaba presumir. Fue poniendo su dinero en montoncitos sobre mi
cama, contándolo y asegurándose de que yo veía bien cuánto era. Incluso empujó un
montón de billetes hacia mí.
- ¿Necesitas algo, Poddy? Ni siquiera te cobraré intereses. Hay mucho más de donde
ha salido esto.
Me quedé sin aliento. No por el dinero, no lo necesitaba, sino por la oferta. En las
ocasiones que Clark me ha prestado dinero contra mi asignación, me ha cobrado
exactamente el cien por cien de intereses. Hasta que papá lo supo y nos dio una zurra a
los dos.
Así que le di las gracias con toda sinceridad y le abracé. Entonces me preguntó:
- Oye, ¿cuántos años crees que tiene Girdie?
Empecé a comprender su conducta tortuosa.
- Realmente no podría adivinarlo - contesté cuidadosamente. (No necesitaba adivinarlo,
lo sabía). ¿Por qué no se lo preguntas?
- Ya lo hice. Se limitó a sonreír y me dijo que las mujeres no celebran el cumpleaños.
- Probablemente es una costumbre de la Tierra - le dije, y cambié de tema -: Clark,
¿cómo diablos ganaste tanto dinero?
- No es problema - contestó -. En todos esos juegos unos ganan y otros pierden. Yo
sólo procuro estar entre los vencedores.
- Pero, ¿cómo?
Sonrió con su peor sonrisa.
- ¿Con cuánto dinero empezaste?
De pronto se puso en guardia. Pero aún se mostraba demasiado amable para ser
Clark, de modo que insistí.
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